martes, 30 de diciembre de 2008

Love Will Tear Us Apart

Memorias de un Rolling Stone




A sus 61 años, Ron Wood, guitarrista y bajista de los Rolling Stones, cuenta su vida en un libro en el que muestra que sus recuerdos han sobrevivido, milagrosamente, al alcohol y las drogas y en el que confiesa que los miembros de la banda de rock más grande del mundo se sienten a menudo "prisioneros en una cárcel de oro". Memorias de un Rolling Stone (Global Rhythm Press) es el título bajo el que Wood rememora su vida, la de alguien que nació en una familia de "gitanos acuáticos" del Támesis y que ha llegado a lo más alto en sus dos pasiones, la música y la pintura, especialmente en la primera. Wood cuenta cómo la música, el alcohol y la afición al desmadre forma parte de sus genes: a su padre, que no iba a ningún sitio sin su armónica, lo encontraban a menudo durmiendo la borrachera sobre la huerta de la casa.

Ganó sus primeros dineros de recadero de una carnicería o pintando letreros, mientras trataba de seguir las aficiones musicales de sus hermanos mayores. Una tabla de lavar fue su primer instrumento y el escaparate de una tienda uno de sus primeros escenarios. Pero creció en un Londres en plena revolución del rock and roll, en un momento en el que era fácil cruzarse con todos los que poco después se convertirían en los grandes del género.

Formó parte de otras bandas y tuvo la suya propia, los Faces, antes de convertirse, oficialmente en 1976, en miembro permanente de los Rolling Stones, con quienes dejó atrás las penurias de giras en furgonetas desvencijadas y se abría a un mundo de aviones privados "con chicas desnudas corriendo por los pasillos" y de giras mundiales en las que Sus Satánicas Majestades se sienten como "un circo ambulante".

"Sin la familia me hubiera vuelto loco", cuenta Ron Wood, cuyos recuerdos sirven para dar pinceladas de un sinfín de personajes. En una ocasión, por ejemplo, John Lennon y Yoko Ono llamaron a la puerta de su habitación de hotel en Nueva York y, nada más entrar, el beatle le dijo a su mujer "¡Tú a lo tuyo, coño!... Así que ella se dirigió a una silla en un rincón y se puso a tejer", mientras el cantante le preguntaba a Keith Richards "¿cuál es la droga del día?". Era la heroína.

Rod Stewart, Jeff Beck, Bob Dylan, Eric Clapton, Tony Curtis -que le regaló "las botas de vaquero que llevaba mientras jodía con Marilyn"-, o Bill y Hillary Clinton, entre una larga lista en la que no faltan narcotraficantes, han formado parte de la vida de Ron Wood, que ha saltado varias veces del lujo a la bancarrota. Él y Keith Richards han sido, según cuenta, los más golfos de la banda, aunque nunca se han cambiado la sangre, tal y como el segundo contó a un periodista hace años. Lo que sí utilizaron para desengancharse es el electroshock.

Por más drogas que haya consumido, su verdadero problema ha sido el alcohol, lo que le ha obligado a una lucha que ha sido una de las más duras de su vida. En 2002, con Forty Licks, hizo su primera gira "completamente sobrio": "estaba limpio, pero también asustado". Sus habitaciones de hoteles ya no son "la Central de Juergas", sino un lugar en el que, tras los conciertos, se sienta a ver series de televisión (es "fanático" de CSI) y a aislarse, durante unas giras en las que están "rodeados constantemente por férreas medidas de seguridad": "La gente nos persigue por todas partes". "He vivido la mayor parte de mi vida en una cárcel de oro, así es como se siente uno cuando está de gira con los Stones. Tenemos todos los privilegios asociados a la fama, pero desde dentro se ve como un lugar de muros muy altos".

Wood acaba su libro asegurando que no está acabado: "la banda volverá a salir de gira... siento que todavía nos queda mucho que ofrecer y no veo razón para tirar la toalla mientras sigamos dando conciertos tan honestos como fabulosos". Además, tiene planes, incluso para "activar una diminuta bomba de relojería" que se aloja en su cabeza: escribir una novela.

New Album Rinôçérôse



Nuevo Single: Time Machine con Ninja (The Go Team)

Nuevo Álbum: Marzo 2009

Futurinô Tour: Abril 2009

http://www.rinocerose.com

www.myspace.com/rinocerose

lunes, 29 de diciembre de 2008

sábado, 27 de diciembre de 2008

Tres semanas, siete horas, 90 minutos, nueve segundos, 69 centésimas y ocho medallas


Como odia el deporte, la fiebre por la competición y la admiración ciega a los ganadores, Rafael Sánchez Ferlosio odia a España, un país reducido a selección deportiva, a hazaña de deportista, a gesta. Y lo dice en el mes de septiembre, inundado por la marea olímpica pequinesa, y más la odiará, es un suponer, estos días de Navidad y fin de año, en los que toca hacer resumen, recordando y reviviendo cómo 2008 fue el año mágico del deporte español, el año mágico de España.

"Un año de matrícula de honor, de medalla de oro y brillantes", dice, retórico, Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, quien se deja llevar por la hipérbole, más necesaria en los tiempos de la crisis que llega, en los que sólo el Gordo de la lotería y los oros de los deportistas vertebran la esencia del españolismo. Menos retórico, Alberto Contador, una de las figuras del año de todas las victorias, subraya la idea. "Una buena parte de nuestra fuerza, de nuestra fe, nos llega del apoyo de la afición", dice el ciclista de Pinto (Madrid). "Cuando competimos, sentimos que representamos a todos los españoles". Y el mismo sentimiento, el de que los éxitos deportivos son el único pegamento, sintetizado en la metáfora de la marea roja, que hace sentirse paisanos a uno de Cádiz y a uno de Bilbao, incluso, envuelve todos los análisis, necesariamente superficiales, de todos los enviados especiales de la prensa internacional, descendidos en aluvión sobre España las últimas semanas con sólo una pregunta en su cartuchera: ¿cómo es posible que el deporte español haya hecho lo que ha hecho en 2008?

Se puede hablar de que, por fin, el deporte español se ha puesto a tono, como antes la economía patria y la sociedad civil, con el ritmo europeo, y no hay mejor síntoma de ello que el éxito de la selección nacional de fútbol, una aventura colectiva que, por primera vez en la historia, coloca en el pináculo de la fama una idea de juego propiamente española; se puede jugar con la idea de que la vía abierta por Miguel Indurain, al comienzo de los noventa del pasado siglo, la idea de la pérdida del complejo de inferioridad, de que los europeos no eran más altos y más fuertes que los españoles, abrió el camino; se puede escribir tesis teológicas o elaborar teorías políticas; se puede elegir entre la explicación que mejor case con la necesidad de quien la use, se pude estar de acuerdo, o no, con Ferlosio, pero no se pueden olvidar tres cosas: la esencia de las victorias y las gestas nace de la relación entre una persona, el deportista, el campeón, y la vacuidad de las horas de entrenamiento solitario en las que la persona se encuentra frente a frente consigo mismo; toda teoría, todo rendimiento deportivo, es reducible a números, a horas, a minutos, a cantidad de medallas; y, tres, la final de Wimbledon, las siete horas de lucha increíble hasta el anochecer de un verano en Londres, entre Nadal y Federer, se constituye en la primera vez en la que un deportista español protagoniza uno de los tres momentos más importantes del año deportivo.

Los otros dos fueron olímpicos, y les correspondieron a Michael Phelps, el nadador de Baltimore que bautizó el futurista Cubo de Agua del anillo olímpico de Pekín con ocho medallas de oro en ocho días -batió, así, el récord, siete, establecido por Mark Spitz en Múnich 72-, llevando a 14 -ningún deportista como él en la historia olímpica- su total, contando con la seis logradas en Atenas 2004, y a Usain Bolt, el prodigioso gigante jamaicano que obligó a repensar en los límites de la relación entre el ser humano y la velocidad con sus récords en los 100 metros (9,69s), 200 metros (19,30s) y relevos 4x100, marcas a la altura del alarde científico-tecnológico-artístico del escenario en el que los consiguió, el magnífico estadio del Nido de Pekín.

Con Phelps se habló de los límites del rendimiento sostenido, con Bolt de la capacidad increíble de correr deprisa sin perder la sonrisa, con Nadal, de la regularidad en la excelencia.

Antes que a Nadal, el deporte español había dado por generación espontánea a gente como Seve Ballesteros, deportista inconstante y genial, un Picasso capaz de reinventar las reglas de su deporte, en su caso el golf; nada que no estuviera en el tuétano de lo español, o de gente sobria y regular como Indurain. Pero con el tenista de Manacor, con su increíble 2008 -el de su cuarto Roland Garros, primer Wimbledon, primer oro olímpico, primera temporada terminada como número uno mundial, el de su contribución importante a la tercera Copa Davis del tenis español-, España ha parido el ser nuevo, el del deportista genial y, por lo tanto, único, a la vez que regular. Hasta su triunfo en Wimbledon, tras cinco sets, siete horas de batalla cerrada, a muerte, con el anterior ganador, Roger Federer, nadie desde Bjorn Borg había sido capaz de encadenar en la misma temporada la victoria en la arcilla roja de Roland Garros con el triunfo en la hierba pelada de Wimbledon. La victoria del sueco se consumó en la madre de todos los partidos, la final contra el jovencito John McEnroe en cinco sets (incluido un tie-break de 34 puntos, 18-16) a lo largo de 3 horas y 53 minutos de juego real. Inevitablemente, a la hora de glosar las siete horas del partido (4 horas y 48 minutos de juego real: el resto fueron interrupciones obligadas por la lluvia) y el final crepuscular a que se vio abocado el partido entre Federer y Nadal, no hubo cronista que no se viera obligado a la comparación con el partido de tenis que definió el siglo XX.

Hasta el mes de junio pasado, la España futbolística no había gozado del derecho a la exaltación común. Los triunfos europeos de clubes como el Madrid y el Barça, si algo hacían, era agrandar el tamaño de la decepción que sumía el aficionado llegado el momento de los Mundiales y la Eurocopa de selecciones. La pregunta, la duda, ¿por qué España no gana como equipo?, se había convertido, de paso, en síntoma y señal de la histórica incapacidad nacional para trabajar en común. Todo, hasta que un gol de Fernando Torres el domingo 29 de junio en el Prater de Viena hundió a Alemania, hundió la leyenda negra. España no sólo ganó la Eurocopa a Alemania, guiada por el increíble Xavi, lo hizo creando un estilo, una escuela propia e intransferible, cuyas raíces no habría que buscar en la furia, el mito patrio, sino en la poesía -la rima del tiquitaca que popularizó el comentarista- destilada por Johan Cruyff a través del dream team en la década de los noventa. Como un río subterráneo el estilo recorrió todo el fútbol español hasta que afloró en Austria.

Las ocho medallas de Phelps, los 9,69 segundos de Bolt, las siete horas de Nadal, los 90 minutos de la roja... las tres semanas de Contador.

Alberto Contador, lo más grande que le ha ocurrido al ciclismo español desde Indurain, estaba en la playa una semana antes del comienzo del Giro, cuando su equipo le obligó a correr la corsa rosa. Menos de un mes después, el chico de Pinto ganaba el Giro. Fue el comienzo de un año único, en el que el ciclismo español, el deporte más regular en el arte de la victoria, acabó ganándolo todo. Tanto se ganó, incluido el oro olímpico en la Gran Muralla de Samuel Sánchez, que hasta un éxito que otros años justificaría toda la temporada, la victoria en el Tour de Carlos Sastre, acabó sepultado en la marea triunfal, un ácido más para aumentar el tamaño de la úlcera que debe de aquejar al estómago del español lúcido Rafael Sánchez Ferlosio. -

Reportaje del suplemento Domingo de EL PAÍS.

viernes, 19 de diciembre de 2008

¿Arde Paris?



Escrita por un parisiense y un veterano de las Fuerzas Expedicionarias Británicas de lord Gort durante la guerra, esos que fueron corridos a gorrazos desde Bélgica a Dunquerque por un ejército en inferioridad numérica.Con lo cual, por mucho tono documental que utilice, esas cosas afectan a la imparcialidad.Pero no nos llamemos a engaño, los hechos relatados en la novela son ciertos punto por punto, pero no así la manera en que son expuestos.

En el libro, se nos quiere dar a entender poco más o menos que la Francia de Vichy estaba formada por cuatro locos colaboracionstas cuando en realidad eran veinte millones.Que si no es por los reveses del frente ruso, el almirante Darlan hubiera entrado en guerra a favor de los alemanes.DeGaulle estaba en minoría, y tuvo que exiliarse de la Francia de Vichy para evitar que lo fusilasen por Sedición.Pone por las nubes a la resistencia francesa, cuando fue con mucho la menos activa y menos extendida de todos los territorios ocupados.Había más partisanos anti-Hitler en Berlín que en París,lo que pasa es que duraban mucho menos y no tenían apoyo popular.No esperéis un libro objetivo, no importa el tono que utilice.
Ahora bien, no por eso deja de ser un buen libro.Los autores te transportan literalmente a las calles de París en Agosto de 1944, la tensión que se vivía ante la inminente llegada de los aliados, así como la incertidumbre producida por la colocación de toneladas de explosivos en los principales monumentos, el clímax heroico que significa el levantamiento de la Prefectura de Policía, en cuyo ataque perecieron más de 400 soldados alemanes y gran número de carros blindados(A buenas horas salen con el heroísmo)y el momento de la liberación final, en la que Leclerc, el hombre que cuatro años antes había dicho en su casa "Ahora vuelvo" y volvía al frente de una división francesa.(Que dicho sea de paso vio muy poquita batalla, pero desfiló mucho)entraba con sus carros Sherman M4 en París mientras Hitler gritaba a través de un teléfono descolgado "Jodl, Arde París" al que fue su consejero desde el principio de la guerra mientras era llevado prisionero por los soldados de Leclerc.Con ello, los franceses se quitaban la espina de haber sido apabullados por los alemanes dos veces en una generación(Si no es por los americanos, la totalidad del ejército francés hubiera quedado embolsada por el ejército del Kaiser a principios de 1918, lo que pudo haber cambiado el curso de la guerra)y Dominique Lapierre era uno de ellos.Pero como ya he dcho,partidista o no, "Arde París" es una excelente novela histórica.

jueves, 11 de diciembre de 2008

El Clan de los 27




Desde sus comienzos, el rock siempre planteó rebelarse. Dependiendo de la época, el objetivo cambiaba. Así se sucedieron el rechazo a la vieja música, las guerras o la sociedad en su totalidad. Pero fue en los ‘60 cuando el frenesí de la vida de la estrella rockera comenzó a cobrar a sus víctimas más representativas. El Clan de los 27 es la historia de cuatro nombres que marcaron con fuego a toda una época y a su música.

Para el rock, la década del 60 empieza en el año 1962 y termina en 1971. Comienza con la llegada de Bob Dylan a New York y finaliza con la muerte del cantante de The Doors, Jim Morrison, en París. En este periodo, de 9 años, se harán famosas las personas que luego, trágicamente, pasaron a ser conocidas como el Clan de los 27. Ellos son: Brian Jones, guitarrista de The Rolling Stones, Janis Joplin, cantante, Jimi Hendrix, guitarrista y Jim Morrison. Todos muertos a la edad de 27. Esta época lleva consigo las imágenes de las protestas sociales de las minorías étnicas en los Estados Unidos, el nacimiento del hippismo, Vietnam y, por supuesto, si se trata de rock; Woodstock en 1969. En este festival se consagraron Hendrix y Joplin.

Estos cuatros personajes, con sus instrumentos, voces o canciones, transformaron al rock. La vieja guardia de los `50, aquella integrada por Elvis Presley, Chuck Berry, Little Richard y Jerry Lee Lewis entre otros, también tuvo sus muertes. Tal vez, las dos más recordadas sean las de Buddy Holly, quien murió cuando el avión en el que viaja se estrelló, y Elvis, El Rey, Presley. Las drogas y el alcohol fueron protagonistas en la vida del Rey del rock and roll, pero también lo fueron en las de Richard, Berry y Lewis. Este ritmo de vida, marcado por la fama y una privada y solitaria autodestrucción, fue el epílogo de lo que ocurriría con los nuevos rockeros.

El guitarrista de los Rolling Stones, Brian Jones fue el primer integrante del clan en morir. Ocurrió el 3 de julio de 1969. A comienzos de ese año, Jagger y los demás integrantes de la banda británica, conocida como sus Majestades Satánicas, le dijeron a Jones que el grupo iba a seguir sin él. En su reemplazo, pusieron al virtuoso guitarrista Mick Taylor. La decisión del conjunto se debió a la vida que estaba llevando Jones. La policía lo había arrestado por segunda vez, en este caso por posesión de marihuana, y afrontaba un juicio que podía dejarlo en la cárcel por mucho tiempo. Aunque los Stones siempre tuvieron la imagen de chicos malos, este no era el tipo de publicidad que querían para su banda. Finalmente, Jones se quedó sin grupo musical. Ese mismo año, en Hartfield, Inglaterra, fue encontrado muerto en la pileta de su casa. Según las autopsias, su corazón presentaba un tamaño mayor al normal, debido a los efectos de la mezcla de algunas drogas con alcohol. De esta manera, Jones se convirtió en un mito, al igual que todos los integrantes del Clan, siempre a los 27 años.

James Marshall, Jimi, Hendrix es considerado como el mejor guitarrista de todos los tiempos. Su imagen es el estereotipo de lo que se conoce como héroe de la guitarra. Largos solos de guitarra, tocarla con los dientes, al revés, o improvisar una melodía con su instrumento prendiéndose fuego son todas cosas que Hendrix hizo. Y fue el primero. Nació en Seattle, Estados Unidos, el 27 de noviembre de 1942 con el nombre Johnny Allen Hendrix. Pero en 1946 su padre lo cambió por el de James Marshall.

Musicalmente se formó en los pubs de Inglaterra, pero fue en su tierra natal, sobre todo después de Woodstock, donde ganó la fama de ídolo. Al igual que en la vida de todas las estrellas de rock de esos años, las drogas y el alcohol estarían presentes. Hendrix era un adicto a muchas drogas, pero especialmente a las alucinógenas, como el LSD. El 18 de septiembre de 1970 en Londres, Hendrix murió por una sobredosis.

El 19 de enero del ‘42, en la ciudad texana de Port Arthur, nació Janis Joplin. Es considerada una de las mejores voces femeninas del blues. Desde 1966 a 1970, año en que falleció, tuvo una carrera muy vertiginosa, marcada por el rápido ascenso a la fama y una sorpresiva muerte. Ocurrió un 4 de octubre, semanas después de que Hendrix pereciera.

James Douglas Morrison o simplemente Jim Morrison, nació el 8 de diciembre de 1943 y murió el 3 de julio de 1971. Fue el líder musical de The Doors. Su estilo salvaje en el escenario, junto con sus pretenciosas letras, hizo que la banda llegase a ser una de las más importantes en la historia del rock. Pero la adicción de Morrison a las drogas y al alcohol lo arrastró a la muerte. Fue en la capital francesa donde el Rey Lagarto, como era conocido, dejó de existir. Con su muerte, nace el Clan de los 27.

Son cuatro nombres que con diferentes estilos y herramientas pero similares finales marcaron una década. Fueron símbolo del rock. Incluso Hendrix y Morrison, sobre todo este último, todavía sobreviven en los adolescentes que se suman a la infinita lista de fans que los adoran por su música o mensaje. Nadie puede sorprenderse si en la calle ve a un chico o una chica con una camiseta con la cara del poeta y cantante de los Doors o con un Hendrix auténtico con su guitarra en llamas. De una forma u otra, el Clan de los 27, representa al rock, a sus seguidores y a sus músicos.


Una película: The Doors (Oliver Stone)

domingo, 7 de diciembre de 2008

Iberdrola Ingeniería se adjudica contrato para construir central de ciclo combinado de 1.200 MW en Argelia por 1.470 millones €


La Compañía, que consigue así su primer gran contrato llave en mano en este país, pondrá en marcha esta nueva planta eléctrica, ubicada en la localidad de Koudiet, en un plazo de 48 meses.
Esta filial de IBERDROLA afianza su posición como segunda ingeniería energética europea, con una cartera de proyectos cuyo valor ya supera los 4.000 millones €

IBERDROLA Ingeniería y Construcción se ha adjudicado, en consorcio con General Electric, la construcción llave en mano de una central de ciclo combinado en Argelia, de 1.200 megavatios (MW) de potencia instalada, por 1.470 millones €.

La nueva planta se ubicará en la localidad de Koudiet Edrauch (en la provincia de El Tarf), en la costa mediterránea argelina, y la filial de IBERDROLA se hará cargo, en un plazo de 48 meses, del desarrollo del proyecto, lo que incluye el diseño, la compra de los equipos, la construcción y el montaje.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Tarantino, por Tarantino




Canal Plus ha puesto a disposición de todo el mundo, algunos de los programas de producción propia emitidos en el pasado. De esta manera podemos tener acceso a la clase magistral que dio en Cannes este año. También está disponible el documental A Band Apart, en el que se analizan las bandas sonoras de las peliculas de Robert Rodriguez y el mismo Tarantino. Disfruten del maestro.

de: Plus tv

viernes, 5 de diciembre de 2008

‘Nevermind’ vuelve a recrear su portada.




Spencer Elden no es nuevo en los medios de comunicación. Era sólo un bebé cuando le escogieron para aparecer desnudo en la portada del ‘Nevermind’ de Nirvana, sonriente detrás de un dólar (la verdad es que la portada es tan buena como el disco), y ahora que tiene 17 años, ha decidido repetir la escena. No es la primera vez que lo hace. En una Rolling Stone de 2001 salía en las mismas, celebrando el X Aniversario del disco.

El año pasado declaró a MTV que la foto de Kirk Weddle para la portada del álbum le hacía sentir como “una gran estrella del porno” porque todo el mundo ya le había visto desnudo. Sin embargo, ha reconocido que le ha servido de muchísimo para ligar cada vez que conocía a una chica, recurriendo a la bonita frase: “¿Quieres ver mi pene de nuevo?”.

A los padres de Spencer sólo les pagaron 200 dólares por soltar a su hijo de esa manera en una piscina de California. En principio la compañía pensó en comprar los derechos de alguna imagen similar ya existente, pero salía mucho más caro. El caso es que desde entonces no han dejado de lloverle ofertas bizarras al muchacho, como la de aquella señora ricachona que quiso contratarle para que se metiera en su piscina sólo porque era el bebé del disco de Nirvana, o la aparición en la portada de ‘The Dragon Experience’ de cEvin Key. Lo que nunca pudo producirse es la cena que Kurt y Courtney programaron tener un día con él cuando se hiciera mayor. Quizá Courtney esté pensando en ello, aunque igual está a otras cosas...